sábado, 9 de agosto de 2014

Leptospirosis canina

La leptospirosis es una enfermedad bacteriana de los perros que puede tener consecuencias muy graves en las mascotas y que, además, puede contagiarse a las personas.

Esta enfermedad está causada por una bacteria espiroqueta llamada Leptospira, que se encuentra distribuida por todo el mundo. El modo de contagio habitual consiste en la contaminación del agua estancada por la orina de un animal infectado y en el posterior contacto de ese agua con una herida en la piel.  

Existen muchos tipos distintos de leptospirosis. Las serovariedades que afectan con más frecuencia a los perros se denominan canicola e icterohaemorrhagiae. El perro se considera el reservorio de la serovariedad canicola. Sin embargo, la vacunación masiva contra estas serovariedades ha hecho que la enfermedad de la que son responsables resulte cada vez menos frecuente y que otras serovariedades de la bacteria, como bratislava y grippotyphosa, estén ocupando su lugar.

Los perros también pueden contagiar Leptospira a las personas y a otros perros a través de la orina. Tras la infección, muchos se convierten en portadores crónicos sin mostrar aparentemente ningún problema de salud. Esto puede exponer a las familias y a otras mascotas a una enfermedad grave si no se aplica una higiene rigurosa. La enfermedad puede ocasionar en ciertos casos la muerte, tanto a los perros como a las personas.

Los síntomas observados en el perro van desde muy leves o inexistentes hasta muy graves, dando lugar en este último caso a un cuadro que rápidamente acaba en la muerte. La forma “clásica”, descrita a continuación, resulta en muchos casos menos grave y/o de evolución más lenta.

Forma clásica

La leptospirosis canina puede manifestarse a través de un amplio abanico de síntomas y puede confundirse con otras enfermedades infecciosas. Sin embargo, normalmente evoluciona mucho más rápido que el moquillo y la hepatitis viral canina.

 

Los síntomas que provoca incluyen: 

  • Fiebre alta (que puede disminuir después).
  • Gastroenteritis, con vómitos y diarrea que pueden contener sangre.
  • Ictericia (coloración amarillenta), como consecuencia de la alteración del hígado.
  • Orina oscura.
  • Deshidratación acusada.
  • Congestión de las mucosas.
  • Letargo.
  • Insuficiencia renal aguda.
  • Y, en última instancia, la posible muerte del animal.

Algunos perros se recuperan lentamente, pero al principio pueden sufrir pequeños ataques recurrentes. Al final, aparte de la diseminación de la enfermedad que tiene lugar durante meses a través de la orina, los perros recuperan la normalidad, aunque es posible que sufran alguna secuela permanente en el riñón que puede limitar su calidad de vida o disminuir su esperanza de vida.

 

Diagnóstico clínico

Debido a las similitudes con otras enfermedades, tanto infecciosas como de otro tipo, hay pocos signos clínicos que permitan un diagnóstico inequívoco.  El veterinario puede pedir pruebas diagnósticas debido al riesgo de infección para las personas y la necesidad de escoger el tratamiento adecuado.

Pruebas diagnósticas

  • Las bacterias de Leptospira se pueden ver en la orina con un microscopio, pero no es un método fiable.
  • Los análisis de sangre para detectar los anticuerpos fabricados contra las bacterias presentes en la sangre constituyen el método más útil para confirmar la infección en sus fases iniciales.

A diferencia de las infecciones causadas por los virus, la leptospirosis es una enfermedad bacteriana, y por esa razón puede ser tratada con diversos antibióticos. El tratamiento de soporte para los órganos dañados también resulta primordial

El tratamiento necesario es el siguiente:

  • Tratamiento antibiótico.
  • La rehidratación es con frecuencia una prioridad urgente, que debe llevarse a cabo prestando siempre atención a las concentraciones correctas de sales.
  • Medicación para controlar los síntomas, como diarrea, vómitos y dolor.
  • Medicación para limitar el daño orgánico extenso.
  • Cuidados para mantener al perro aseado y cómodo. 

Es necesario plantearse con sensatez si conviene tener un perro portador de la enfermedad en un hogar en el que no es posible mantener una higiene adecuada.

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